La Filoxera: la plaga que cambió la historia del vino
Por Jesús Díez
¿Qué es la filoxera?
La filoxera es un pequeño insecto que ataca las raíces de la Vitis vinifera, la especie europea de vid.
La única manera de contrarrestar su daño es injertar las plantas europeas sobre raíces de vitis americanas, naturalmente resistentes a este parásito.
De Mesopotamia a los primeros cuidados del viñedo
Desde tiempos antiguos, cuando el ser humano se volvió sedentario en la Mesopotamia ancestral, entendió que cuidar la agricultura era esencial para obtener frutos sanos y abundantes.
De forma empírica se descubrió que una poda ligera al final del otoño o en invierno mejoraba la producción de las plantas.
Este principio, aplicado siglos después de forma científica, permitió alargar la vida de las vides y mejorar la calidad de la uva, reflejándose en vinos de mayor valor.
La biodiversidad nos ha enseñado que las plantas se adaptan a los climas, los suelos y los microorganismos del entorno.
Gracias a ese conocimiento, hoy cultivamos viñedos de alta calidad, interpretando cada terruño para expresar su carácter único en el vino.
La expansión de la viticultura y la llegada de la filoxera
Con el paso de los siglos, la viticultura se expandió a muchas regiones del mundo.
Las vides aprendieron a convivir con hongos y otras plagas, desarrollando mecanismos de defensa naturales que los viticultores aprovecharon.
En el siglo XIX, Europa vivió una etapa de modernización. En 1850 comenzaron las clasificaciones de calidad en regiones vitivinícolas, como la de Burdeos en 1855.
Para mejorar los viñedos, se importaron de América plantas resistentes al oídio, un hongo que afectaba gravemente la producción.
La intención era crear una nueva variedad más fuerte, pero en esas plantas llegó oculta la filoxera, un insecto que devora las raíces e impide el desarrollo de la vid.
Hacia 1863, la plaga ya se había extendido por Inglaterra, Burdeos y Oporto, devastando los viñedos de toda Europa.
Crisis del vino en la Europa industrial
Europa atravesaba entonces la Segunda Revolución Industrial.
Las ciudades crecían rápido y las condiciones sanitarias, especialmente del agua, eran deficientes.
El vino, al no contaminarse fácilmente, se consideraba más seguro para beber, con consumos que alcanzaban 120 a 130 litros por persona al año.
Con la llegada de la filoxera, la producción de vino cayó más del 90%, provocando una crisis económica y social.
Los investigadores se apresuraron a encontrar una solución para salvar la viticultura y asegurar el suministro de una bebida esencial en la dieta diaria.
La solución: el injerto entre raíces americanas y vides europeas
La respuesta llegó con la técnica del injerto, que unía raíces de plantas americanas con vides europeas productoras de uva.
Gracias a este método, los viñedos pudieron recuperarse en pocos años, restableciendo tanto la producción como el consumo habitual de vino.
Hoy, la filoxera sigue siendo un riesgo latente.
Sin embargo, los injertos generalizados mantienen controlada la plaga en casi todo el mundo vitivinícola.
Zonas libres de filoxera en el mundo
Aunque el injerto es la defensa principal, existen regiones naturalmente protegidas de la filoxera:
-
Suelos arenosos, donde el insecto no puede sobrevivir (como en algunas zonas de México).
-
Regiones lluviosas, donde el exceso de agua provoca asfixia del parásito (como los viñedos de Txacoli en España).
-
Territorios aislados donde la filoxera nunca llegó, como amplias áreas de Chile y Australia.
-
Zonas de viticultura extrema, en montañas o regiones poco transitadas, como El Bierzo en España y otros viñedos europeos de altura o latitud singular.
Lecciones para la viticultura moderna
La historia de la filoxera nos enseña que la observación científica, el conocimiento del suelo y las técnicas de injertoson esenciales para mantener la salud del viñedo.
El control de esta plaga combina biología, clima y manejo agrícola, demostrando que el equilibrio entre naturaleza y técnica sigue siendo la clave del éxito en la viticultura.
Un abrazo,
Jesús Díez