Como sabemos por la ciencia el comer y beber, por su puesto siempre en medida, nos proporciona un despliegue de hormonas dentro del cuerpo que las podríamos clasificar a todas ellas como hormonas de placer ya que nos dan un estado de ánimo inmejorable para una buena platica.
Pero, ¿ que se necesita para una buena tertulia ?, bajo mi punto de vista, primeramente como ya dijimos una buena comida, mejor si es rodeada de amigos, si a esto le agregamos un buen vino de alguna zona del mundo conocido y si es desconocida mucho mejor, ya que algo podemos aprender de lo que nos transmite el vino, porque en él vendrán algunos rasgos de gusto de la zona y el estilo del elaborador y finalmente algo de conocimiento de temas variados para que el aprendizaje sea el máximo y global, mientras algún tertuliano expresa su sentir o su sapiencia y los otros escuchan y aprenden.
Curiosamente las tertulias se desarrollan al auspicio del vino, no así de los destilados y esto es una verdad inapelable ya que el vino genera una atmósfera de complicidad, relajación, consulta, exclamación, experiencia, aprendizaje, vivencias, y podría seguir poniendo términos si terminar, ya que el vino abre espacio para todo, lo más importante que el vino crea una atmósfera de integración en donde todos opinan y todos dejan opinar, ya que si no la tertulia se rompe, como pasa en muchos casos con los destilados, que la euforia que estos desprenden te llevan a querer posicionarte como el interlocutor de todos los temas, lo cual rompe con la tertulia.
En nuestros días la tertulia se está desmoronando, ya que no existen sobremesas, bajo mi punto de vista por diferentes causas, la primera que poca gente toma vino, siguiendo porque la tecnología no nos permite disfrutar con los presentes y si con los distantes y por último por la lectura que nos da tema de conversación a diferencia de las imágenes que atiborran el mundo moderno sin dejarnos expresar.
Que tal si promovemos la tertulia, que no es otra cosa que una larga tarde después de comer, disfrutar con las conversaciones, anécdotas y experiencias de los ahí reunidos, posiblemente si la practicáramos más seguido entenderíamos que el vino abre la mente, los sentidos y las fronteras, pero siempre con la moderación exacta para poder expresar nuestras ideas si tratar de empequeñecer las de nuestros tertulianos, todas son vivencias diferentes en cuerpos y sentidos diferentes, por ello nos invita a aprender.
Podríamos implantar el verbo tertuliar, después de una buena comida con amigos o familia, creo que la pasaríamos muchos mejor .
Un abrazo.